lunes, 24 de abril de 2017

Memoria

Cubrir aguas blancas con sábanas negras,
lavar el frío de la nieve con piedra pómez
y evocar el nombre claustrofóbico del ataúd.
Con el dorso de la mano que mira
grabar un breve epitafio en el cerebro,
y ya que la metáfora en estado natural
suele confundirse con la mentira
en estado artificial,
coligar el nivel de esporas
con polen de limones
sobre la negra superficie de la lápida.
Sólo así los perfumes serán
recuerdos imborrables,
fábulas de memorias inmortales.

Y en las tumbas que no graben nombres.