martes, 25 de octubre de 2016

Noche

Ya se ha hecho de noche
una vez más
en el agónico día del hombre.

El acero llueve sobre la ciudad.
Desde un cielo que todo lo consuela con miradas oscuras
resbala por las fachadas de cristal una antigua lágrima
que deja en el vidrio de humo una huella sucia y opaca
otoñada de tiempo.

Su pasado mineral alivia a proscritos individuos
que desde sus corazones solitarios duermen
el merecido descanso de excelsos dioses
día a día derrotados por la soberbia
y el amargor de lilas amarillas.

Hay un hombre malva en todas las esquinas
con un candil de oro encendido
en cada mano.

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