1
Cuando venga la noche de animales fatigados en lo oscuro,
en derredor nuestro nacerá una espiga mortal de latitudes,
una trenza genial de vinos y colores marchitos.
Cuando venga la noche que venga pronto,
podremos descorrer las cortinas, levantar las persianas,
que nos invada su luz y que el sol se contamine
de nuestras sombras, viajeras hacía lo oculto,
hacía lo que el otro jamás ve.
en derredor nuestro nacerá una espiga mortal de latitudes,
una trenza genial de vinos y colores marchitos.
Cuando venga la noche que venga pronto,
podremos descorrer las cortinas, levantar las persianas,
que nos invada su luz y que el sol se contamine
de nuestras sombras, viajeras hacía lo oculto,
hacía lo que el otro jamás ve.
Para conjurar misterios, cosas de lo hondo
lo íntimo o hermético,
breves presagios que moran en la lengua,
me miras con rígida y lánguida nostalgia.
Anida en nosotros, propagada, la certeza
de que mentimos al tocarnos,
de que nuestro temblor nace de una eterna duda.
Y de que así, cuando venga la noche
una y otra vez nos volveremos a amar.
lo íntimo o hermético,
breves presagios que moran en la lengua,
me miras con rígida y lánguida nostalgia.
Anida en nosotros, propagada, la certeza
de que mentimos al tocarnos,
de que nuestro temblor nace de una eterna duda.
Y de que así, cuando venga la noche
una y otra vez nos volveremos a amar.
2
Pero si aún no regresas del trópico amargo,
allí donde se unen escarpas y laderas
y coinciden enormes labios de jugosa savia amarga.
Si aún no regresas con tu feroz dentadura
de pantera y arsénico,
seguiré ensartado por largas y venenosas esperanzas,
seré un hilo de luz, un alma encendida
en cada piedra, en cada árbol;
seguiré comprendiendo a la roca
y a sus líquenes dulces y extraños.
Orgiástico, en una danza convulsa y hechicera
perpetuo, martirizado y vudú,
creyendo en tu regreso temblaré toda la noche.
allí donde se unen escarpas y laderas
y coinciden enormes labios de jugosa savia amarga.
Si aún no regresas con tu feroz dentadura
de pantera y arsénico,
seguiré ensartado por largas y venenosas esperanzas,
seré un hilo de luz, un alma encendida
en cada piedra, en cada árbol;
seguiré comprendiendo a la roca
y a sus líquenes dulces y extraños.
Orgiástico, en una danza convulsa y hechicera
perpetuo, martirizado y vudú,
creyendo en tu regreso temblaré toda la noche.
Baile que sólo entienden las monas y las culebras.