Del alfanje brota
sangre
su filo es el
reflejo de un rojo manantial
que chorrea
tristeza,
un pasado de
flores muertas
y naves que se
hundían
una tarde, una
noche ahogándose
en preguntas,
sin abrazos ni amigos
ni una mano de
hombre
ni una voz de
mujer.
Ni un beso de
bruja que levara el hechizo
como se elevan
anclas
para llegar tan
lejos
que al mar no le
quepan dudas
que hoy estoy guerrero
cual poeta
cargado de batallas,
como mañana
estaré viejo
retrato de un pasado
tejido con los hilos
de esta
fascinante trama.
Y aunque me vaya
a pique
mi cuerpo se
merece una horda salvaje
de novias
encendidas
y patios blanqueados
pues así muere
conmigo
un hombre ciego
que no supo
porque no quiso
mirar a las
estrellas.