Aquí hay un poema
que echa pestes,
un poema que echa
gases rojos
y azules
por la boca.
Es un dragón indultado
por el frío de la noche.
Es un dragón indultado
por el frío de la noche.
Abre tu mano y
sujeta el mimbre
de mi cintura
contempla las veces
que el fuego se
apaga,
contempla el
trigo que nunca germina
y la hoz que lo
madura.
Aquí hay un poema
que echa
fuego por los
versos,
indultados, sosegados,
indultados, sosegados,
y unas manos que aúnan
gavillas
con los viejos torzales
que nos ataban.
que nos ataban.
Mira la mano abierta del que te ofrece.