viernes, 25 de julio de 2014

Un país sin huellas

Ya no me queda nada.

Apenas aparcado
resumo la noche,

con los ojos cerrados
voy viendo el color negro
en el fondo lejano
de un punto de luz.

Tus ojos me hacen falta
para que dentro de mí
vean
la mirada torva
de sangres irascibles,
este andamio de huesos
que quiere dirigirse, sin prisas
a la duda.

Ya no me queda nada.
Una burla extranjera
va vistiendo esta carne
con tela de sacos,
viejas canciones viejas
y ropa de arrieros.

El jabón de nadie
lavándose conmigo
y ya es nuestra la carne
que tarda en decidirse

si detrás del poema,
aún puede haber alguien.