domingo, 9 de febrero de 2014

Hacer aquí algo resulta peligroso

Ya no poseo aquella belleza fea y salvaje
que me hacía necesario.
He perdido el encanto de potros y jaras
que me hacia incontestable.
Estoy lacio como hoja de lechuga muerta
y mastico las flácidas horas del feliz desenlace.

Ya no robo libros de sobrias librerías
ni busco músicas más allá de los altares.
Ya perdí la elegancia
la altiva majestad
de despojar vinilos elepés
de peligrosas tiendas diáfanas.
Hacer aquí algo hoy resulta peligroso.

Todo está bajo sospecha
aquí no se fía nadie de sus zapatos
y mira a sus espaldas
para ver si ese ruido de pasos
es el amigo aquel que le persigue.

Sabemos que siempre será tarde
para pagar tanta deuda.
Me han dejado solo
aquellos cobardes
que antaño fueron héroes
y que entonces estaban valientes
por que eramos muchos
en las calles y plazas
y detrás de las puertas.

Desde esta desolación
me subo a las terrazas
desde ellas veo caimanes
abrazándose a pupitres
que van tomando tierra.

El cielo se cubre de caínes
manzanas y cebollas
de senos y chisteras
culebras encendidas
y una mácula impura
de nombres negros
mortales
con azogue de vulgo.

Hacer aquí algo resulta repugnante.