En las cabinas telefónicas
hay misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de
labios.
Son las últimas palabras de las dulces muchachas rubias
que con el escote ensangrentado se refugian
allí para morir.
-Pere Gimferrer-
En las tiendas de mi barrio se esconden
mujeres asustadas.
Con un temblor triste
huyen de maridos celosos y violentos;
compran leche, lejía, escobas,
pan y algunos libros
que luego leen a escondidas
aprendiendo a huir, a soñar que sueñan,
a no cejar en los intentos
y por fin,
aprendiendo a volar, escapan
dejando un rastro de amores amargos,
superada por fin la baba del miedo.
Subiendo por centros gravitatorios
en islas remotas se refugian,
crean grupos fuertemente armados
conociéndose o tocándose,
amando la huella virgen,
el punto cero de su carne.
En las tiendas de mi barrio
no quedan cabinas telefónicas
pero sí un eco de mujeres
llamándose en la noche.