miércoles, 29 de enero de 2014

Acacias rosas

Aquí brotan alas,
de pronto se abren pétalos,
allí nevadas soluciones.
En medio de la noche
la voz de un hombre que llama,
la lechuza se defiende con su llanto:
un gemido viscoso deslizándose.
Reposar en tu vientre
tiene el sabor de flores amarillas
cortadas bajo la fría escarcha del invierno.
Llevo años soñando con un paisaje distinto.
En mis manos los nidos cobran vida:
se vuelven hormigas y semillas.
Sigo los pasos de naves distintas,
algunas varadas en arenas rojas
de un planeta que sueño entre lágrimas.
Aunque viva perdido
en el laberinto escondo
alimentos variados, sustento,
los víveres precisos para seguir buscando
caminos invisibles en la errática noche.
Bajo las acacias acaricié la luz
la cal de los secretos
y el silencio
de todos aquellos cuerpos
que antes de ser sangre
fueron míos.


2 comentarios:

Amando García Nuño dijo...

Hay laberintos donde no hay que intentar buscar la salida. Especialmente, los que tienen acacias.
Salud-os

Tomás Rivero dijo...

Sí, lo mejor es quedarse bajo ellas y alimentarse de sus flores.

Salud, Amando.