Queridos lectores, estoy pensando
con los puños levantados, ante lo cual he vuscado con uve de buscar, un libro
entre la niebla del pasado y las estanterías de yeso que un día hice para
sujetar la futura paciencia que me aguardaba en un mundo de hombres raros, a
mis libros y a mí. ¿Qué libro ha salido del baúl de escayola: "El
Grafógrafo", del mexicano Salvador Elizondo. ¡¡Increhible!! Con h de
imperdible. El ejemplar numerado 210 de una edición de 4000 ejemplares,
editados en 1972, en México.
El grafógrafo
A Octavio Paz
Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo
escribir que escribo y también puedo verme ver que
escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también
viéndome que escribía. Y me veo recordando que me
veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que
escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo
haberme visto escribir que me veía escribir que
recordaba haberme visto escribir que escribía y que
escribía que escribo que escribía. También puedo
imaginarme escribiendo que ya había escrito que me
imaginaría escribiendo que ya había escrito que me
imaginaría escribiendo que había escrito que me
imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo.
México, Edicciones Joaquín Mortiz, 1972, p.9
El resto del libro hay que leerlo, si se quiere ser alguien en la vida. No sé...armadillo o lémur, o persona por ejemplo. Esa persona con la humildad suficiente como para entender que hay que leer, leer.. En la vida, los árboles, el agua, el viento, en la mirada de los otros... y dejar de ser soberbios. O autoeditarse.