domingo, 3 de febrero de 2013

Aquel día lejano

Aquel día lejano muy lejano al entrar en casa
dejé sobre la mesa mis rodillas y mis codos
doloridos cansados
casi dejé un par de lágrimas
y una mirada rota sobre los muebles tristes.
Teníamos un televisor rojo y lo encendí
me quedé dormido en la silla frente al televisor
y llegaste tú de un lugar extraño dándome besos
para que viera tu rostro redondo y jovencísimo.
Yo te quería. ¿Cuál fue la verdad
que supimos mantener tanto tiempo en el aire
como un pulso como una espada
que jamás permitimos que nos golpeara
con su horrible amenaza?
Después tú enfermaste. Grave.
Y leve también yo enfermé
y comenzó una tormenta en nuestros corazones
un vendaval de pájaros locos que cruzaron por nuestras
manos y nuestra vida sin que pudiéramos tocarlos.
¿A dónde fueron las tardes compartidas
el aire nuestros ojos las letras caídas de aquellos libros?
¿Qué voy hacer sin ti cuando muera?
¿Y ahora vivo
qué voy hacer si vivo sin ti?
Han pasado las horas y los días
han pasado los meses y los años
y no ha pasado nada todavía
amor.