mis versos me traicionan
y he soñado un poema que al abrirlo
verso a verso
no había nada dentro.
Ni sillas ni una mesa
ni nadie que quisiera
sentarse un rato a hablar con él,
o conmigo o con nosotros
o con alguien que pareciera
un usted con pie de ausente.
No había nada primordial o
sustantivo
tan sólo un grito espeso
deslizándose
hacia fisuras de papel gris
hechas en la ingle letra a
letra
desde un fuego sin cenizas
que pudiera decirnos de qué
pasado
vinieron tallándose estos
versos.
Siento vergüenza
de poemas como este
que no dejan a nadie
quedarse a vivir dentro.