Capítulo 7 de Rayuela
Tal vez no acabe nunca de hacer este poema. -J.M. Caballero Bonald-
sábado, 1 de diciembre de 2012
Tu boca: Julio Cortázar
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como
si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me
basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la
boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca
elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi
mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide
exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me
miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope,
nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre
sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se
encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la
lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene
con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu
pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como
si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia
oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y
terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y
hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar
contra mí como una luna en el agua.
Capítulo 7 de Rayuela
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