jueves, 16 de febrero de 2012

Claridad cautivo


En el dolor uno es vulnerable
a toda posibilidad de ser bello.
Meto mis manos en tu alma
y mis dedos embarazados de timidez
sacan gorriones que vuelan alocados.

De nuevo los tilos
perfuman las mañanas de junio.
Y en los jardines hay cuerpos
hermosos y bellos
que entre risas y besos
son devorados por gaviotas
enamoradas
y amargas.

La sangre de prunos
o ciruelos desoyendo
la soledad de la noche.

Uno

Uno anduvo de cabizbajo para convocar poemas
luego de rituales bajo noches brujas.

Uno de burgo a merindad reciedumbre a cada paso
levitó en vapores de humedades maniguas.

Uno acortó los pasos por toberas tránsitas
ceñido a los álveos que troquelaban a golpes
del dígito, mis noctámbulos versos.

Uno seguía hipnotizado el curso de mi poesía,
evocando que desde la soledad se construye
el textual páramo donde mora el sueño.

Uno se queda ámbito y secuela
y ya nadie te avisa.

De que manzanas y duraznos
se fueron imponiendo
a los frutos de tu boca
y ya no recuerdo el sabor de tus besos.