lunes, 30 de enero de 2012

Disperso

Disperso dijo que añadido
sobre la cifra que hubo deseado
esperó durante mucho tiempo que dejaran
de amarle
supuso
con cierto rigor que soportaría el frío
propio de la soledad
o de estar solo
y dijo:
no tendré que perder absolutamente nada.
Sofocó con libertad una pizca de zarza
que llevaba en los ojos
limpió su mirada con un paño húmedo
bañado en alcohol
y el cristalino
relució al sol del mediodía.
Aún no contento con la solución tomada
esperó a una mejoría de las comunicaciones
y redujo sus aspiraciones de satélite
quedándose en mera emisora recepcionando
los papeles que le llegaban
vía oración fúnebre desde barricadas negras
ocupadas por amantes rebeldes.
Cuando le avisaron con intención de amarle
paró los relojes. Hizo un fuego en el bosque.
Quemó calendarios.



Árboles

Un poema de Crítica Feroz

                                                           Soy un efímero y no demasiado descontento ciudadano
                                                           de una metrópoli que se cree moderna....
                                                           -Arthur Rimbaud-


Soy un ciudadano de una modesta urbe

La ciudad fue plasmando en argollas una atadura metafísica
a una sociedad dispuesta a las cadenas
y para ello apostó a estratégicos francotiradores
que dieron orden de sangre al color arquitecto.
Ganó así durante siglos el hormigón calidad de carotina
abriendo sus venas a linfocitos ganglios.
Sobre pedestales de acero edificó ídolos
maniatando con precisión a mujeres y hombres
contó para ello con ciertos sujetos
traidores como siempre
pues lo hubo
repitiéndose esos periodos de soledad
donde la historia fracasa tantas veces
que una vez más no importó en demasía
ni pusieron reparos esos núcleos sociales
que eran minoría representantes conscientes dicen ellos
de las masas los muchos los excesos.

Así fue llamada democracia
a esa tarea donde el sello redentor la impronta
la huella fielmente ordenada en el archivo
edifica colabora evitando la dispersión
y así organiza la diáspora el hombre más humano
sabe todo de nosotros y acontece cuando dormimos
la suciedad
el fin.
Se recomienza otro siglo otra historia
protagonistas nuevos se suman al dígito
se inventa un poeta otro poema
y la historia va aprendiendo a protegerse.
  
Dices tierra y te llenas de aire desnudo solemne casi ciego
en un hermoso laberinto donde se descubren a ciertas alturas
músicas y fuegos. Hembras desnudas. Caballos con los belfos
manchados de manzanas azules.
Dices amo y tu boca se llena de besos que nunca usa nadie.
Y ella acaricia tu nunca y allí siempre hay alguien
que piensa por ti que piensa en tomarte.

Quién sabe medir las distancias con paciencia soportar los diarios
comprender las noticias o las naciones
quién será descubierto cada hora en su profundo miedo extranjero
colaborador terrorista sujeto dudoso o poeta
descarnado a cada instante para desear ser ave volar lejos
como papel en las aceras viento llevadero a lugares inseguros
pulpa de celulosa empapada en tinta mojada por la lluvia
garabateadas palabras borradas difuminadas
traídas por agua de cloacas hasta las playas pobladas
de bellezas varias residuos clónicos de nuestra pobreza.

Quién sabe decir justo este día acabo y me renuevo
quién dice ya la palabra que a la lengua da el olfato de tu placer
quién lo conoce también al acariciar el dolor tan bien
los sonidos tu voz tu ruido delator del goce
deleite difamador mientras se derrama el café
y un hombre venido invasor puede ser mi traidor.

Y desde todas partes me anuncian llegadas de seres
triunfantes exitosos y felices.

Y yo me expongo para ser devorado.