martes, 10 de enero de 2012

Con esa cotidianidad de las cosas recientes

Defunciones recientes en el sentimental
ruido del planeta (varios corazones dejaron
de latir, y fueron conservados en alcohol)
requieren un poco de voz que atempere
el nombre de las cosas. Ese timbre que
indique: "Fue allí donde cayeron los amantes".

Varios miles caen heridos de muerte, según las
estadísticas, que mienten como siempre.
Son millones los que dejan de amarse y sucumben
con esa cotidianidad que tienen las cosas presentes.
Esas que nos asisten, pero que nunca nos quitan
la pena.

Va, Barbara Dane.

Jinetes

Altivos jinetes cabalgaron de nuevo
los vi cruzar las arenas
ataviados de adanes
engalanadas monturas
sobre verticales camellos
sus pezuñas de almohadillas blancas
cruzando las dunas con la suavidad
de un sueño.
El sol de soleadas espumas.


Vi un amor puro sin el desgate
de lo cotidiano o lo obligatorio.
Algún espejismo.
Vi que a todos nos es dada la vida
y yo me puse marchito para ti.
Hermoso como una nube
arrasé las ciudades.
Otras noches vi. Otras lunas.

Amantes tiernísimos
con olor a manzana
se rozan en silencio,
como una suave brisa
mueve banderas o faldas
y blusas y camisas.
Y yo venía a veros enamorado
como un hortelano
va a su huerta
y cuida de que todo permanezca
en ese reciente y tierno verdor
en esa tibia noche
fresca y templada.

Cruzaron el desierto
amantes desnudos.
Y yo renuncié a ser feliz.