martes, 4 de diciembre de 2012

Los otros, el innecesario

El pueblo abordado por intransitos civiles,
gente de paisano o alguna percha triste
que viajó sin su traje,
vuelve a dolerse de una plaza interna
con pasado de estatuas,
con reloj  riguroso parado en el tiempo.
En los márgenes de sus quejas
soy ese hombre misterioso que vino a visitarme.
Él me contó cosas,
excesivas, numeradas;
pero no me habló de mí,
ni una referencia, ni una alusión.
Así se fue, misterioso,
dejándome sin un atisbo de mi sombra
o una ceniza de mi pena.
El pueblo desbordado vuelve a regresarse,
a sus asuntos, a su perfecta alquimia
donde espesa el silencio de mi total ausencia.
Un innecesario que ronda los templos
donde habitan los otros
me acompaña cada noche,
me aconseja.

No hay comentarios: