lunes, 14 de mayo de 2012

Hombre mío

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hombre mío en rechazo y observación, vecino
en cuyo cuello enorme sube y baja,
al natural, sin hilo, mi esperanza…
-César Vallejo-

Que estrecho soy de aquí ahora que me agacho
que corto soy de allá ahora que me estiro
pero cuanto amo al hombre ahora que lo pienso
aún a pesar de la distancia
que me produce su ausencia
se dijo el predicador del desierto
mientras daba de comer a los tigres.
Se ha vuelto anémico el semen fértil
forzado a modelar una forma
un perfil entre los espinos grises
y triste el grito que en el páramo clama
un soberbio ejemplar pletórico
de ácida eyaculación profusa
que arrastrándose hasta la fosa
ansia preñar a la receptiva fiera
postrada y sometida
cautivada por el pecho brillante
de cobre virgen sudando aceros
e inclinada y dócil ante la fálica roca.



2 comentarios:

Shandy dijo...

Difícil negar y contener el varón que cada hombre lleva dentro -sería como negar la biología-, y más si se trata de "un soberbio ejemplar pletórico".
Rivero, un poema de impecable construcción, onírico y "daliniano". No es fácil la interpretación para esta lectora.

Elijo el perfil izquierdo, la sombreada musculatura de la imagen masculina.

Tomás Rivero dijo...

El predicador del desierto se ve imposibilitado ante tanta "falta de hombre" he intenta "construir" uno que escuche su discurso. Esa es una de las muchas posibilidades oníricas. Y también utópicas: despertar al hombre de su reposo, arrancarlo de la piedra.

Lamento que esta lectora se quede sin "interpretación válida".

El lado izquierdo de la fotografía es más carnal, yo también lo prefiero.

Besos, Shandy.