martes, 27 de diciembre de 2011

Poeta

Era un poeta que llevaba una bolsa de tela roja llena de piedras. De vez en cuando extraía una piedra de la bolsa, le daba un beso y la arrojaba contra la fachada de una casa elegida al azar. Cuando le preguntaron tan extraña actitud, sólo dijo:
.- Yo tiro piedras con un beso a las fachadas, otros montan una performance, algunos dan el cante, otros escriben poemas y dan recitales y su nombre se escribe con grandes letras de molde. Pero yo tiro piedras con un beso a las fachadas de las casas.
Estoy intentado radicalizar mi poesía y próximamente retiraré el beso a las piedras que arrojo y se lo daré a las fachadas golpeadas por las piedras".

Mar. ¿A qué huele el mar?



Marcha triunfal

Piedra, bronce, piedra, acero, piedra, hojas de roble, cascos de caballos
sobre el empedrado.
-T.S.Eliot-


Me da pereza afeitarme. Subir la escalera
con un hombro a cuestas. Ser un condenado a escribir
como si nada me importara.
¿Qué hacen todas estas camisas presentes en mi vida,
todas esas flores, esos libros, qué hace la vida
rodeándose de mí?
Yo soy un tú inapreciable,
un tú que nada cuenta, dice,
un tú que necesita que le nombren
si un alma vacía le precede.
Si la casa se queda sola
nadie vendrá a acompañarme,
a sentarse a mi lado un poco triste
y decir conmigo,
desde las cuatro paredes,
también yo siempre estuve sola.

Forma parte de mi vida esta forma
distinta de quererte. La costumbre
serena de mirarte. O tu mano
buscando mi desastre.
Los nombres que quisiste para mí,
aquellos que querías ponerme,
están esparcidos por la alfombra,
y a veces salen a la calle
se mezclan con otros nombres
y soy para ti un aire difícil de respirar.

Siempre se me ve solo paseando con alguien.
Ayer la ciudad también era campo.
Y sobre el trigo segado volaba un grupo
de palomas, en círculos bajos.
Frente a un sol que se ponía, ellas danzaban.
Su vuelo de sol. Siempre tengo un ligero motivo
para amar con locura la vida.
Amar. Por encima de todas las cosas, amar.
Con precisión matemática numerar las veces
que fue preciso fallecer,
de risas tristes derrumbarse,
para creer en el otro, el cual nunca estuvo seguro
en algún lugar tapado y oculto de mi corazón.

No tengas prisa.
Para dejar de amarme no precisas la urgencia.
Tan sólo un lento caminar,
una mirada lenta, la pausa feliz de una caricia.
No tengas prisa en olvidarme.
Deja pasar los días y que en su suma no haya
nadie contando con los dedos.

Bob Brozman & Djeli Mousa Diawara: Almany

Llega el blues cuando llega y nunca es tarde.
Este es una joya, repitiéndose en los folios grapados
de la noche.