miércoles, 21 de diciembre de 2011

Cuento sobre un árbol

 

A mis amigos, que andan por ahí, a troche y moche, buscando un árbol donde descansar la frente. Y pensar un rato con él.
A los arbolitos de navidad, pinos que serán arrojados a las cunetas, con adornos incluidos.
Y también a uno de mis árboles favoritos: el alcornoque. Que reúne todas las formas y todas las geometrías y todas las nubes, en un solo tronco. Formándose y deformándose hacia los lados, más que hacia las alturas, en un intento fraterno de abrazar al prójimo. A este árbol que lleva veinte años llorando por las noches. Y muriendo, víctima del cambio climático.



          Año 2011. 21 de diciembre, día más corto del año. Aquí la noche amplía sus dominios. Ha comenzado el invierno a las 6:26 horas de la madrugada, casi con el vuelo de los pájaros. Madrid amanece, que dijo el cantautor.
Y sobre los escombros de la prisión de Carabanchel, hoy rota por la libertad, y la especulación inmobiliaria, un hombre que fue condenado por pirómano arboricida, a 11 años y tres meses de cárcel, de los que en realidad tan sólo cumplió la mitad, por buena conducta. (Según su expediente, prendió fuego a un pinar de la sierra de Guadarrama, calentándose una lata de fabada, y distraído por el alegre chisporroteo de las llamas saltando de ramita en ramita, según declaro al señor juez) Pues bien este hombre, sin nombre y ex presidiario, se ha quemado a lo bonzo a eso de las siete de la mañana, en un amanecer azul y malva espléndido.

Eligió para inmolarse un lugar tranquilo y soleado entre las ruinas de lo que fue su patio de paseo mientras duró su internamiento entre aquellos muros derruidos. Y sin algarabías, sin un gesto de temor, empapó sus ropas con un líquido inflamable y se prendió fuego. Con el paso de los minutos su figura se fue borrando entre el humo y las llamas, y en su lugar comenzó a aparecer el perfil difuminado de un árbol, de un frondoso árbol que se irguió definitivamente, al desaparecer en el cielo azul y malva del amanecer, la ultima voluta de humo.

          Un poeta que hacía fotos del lugar, lo vio todo  sin intervenir (hoy los poetas intervienen poco, y lo fotografían todo) pero emocionado, y con lágrimas en los ojos, gritó: ¡¡viva la libertad, joder!! Y disparó una foto al árbol que acababa de nacer.




Bandas proletarias

Caminantes burdos y ordinarios
aguardan agazapados la llegada de la oportunidad
o la oscura sombra que pueda despertarles
de la siesta del sol,
para lanzarse a las pistas, las sucias calles
y lucir desgarrados sus mejores galas desgarradas,
y desde el traje de vestir recuerdos
recordar las palabras que la niñez grabó en la memoria
de cuando aquellas ruedas de carro
dejaban la huella de la llanta en el polvo,
de cuando aquellos viejos molinos obsoletos
giraban harinas en las aspas.
O la rueda de agua de la noria
cangilones dentados que mejoran
la función itinerante de la polea en su periplo
de soledad girando porque giran
por rumbos inciertos intentando averiguar
si muelen para moler itinerarios lobos
o equivocados destinos, el origen que está
haciendo que fluya aceite y vino,
el aullido que llevará al pastor al trashumante
hasta lejanas cordilleras.
El agua del arroyo en su silencio.

Pobres jíbaros sin destino,
bajarán luego al valle para pastar rebaños,
sudando bajo nubes de tormenta, un desvarío
de peregrinos en llanto y procesión,
porque trasladarse es morir bajo la lluvia torrencial
que se pregunta qué sed tendrá hoy el jueves,
o abril o este año crucial de baldíos itinerarios,
el hombre humilde y manso
allá en las multitudes
fundido con el tránsito
de caballos y mulas.
Un poco prole o tal vez proletario.

Sopa de chocolate

Sopa de chocolate como postre, para una comida de palabras que tuvieron como inicial la “M” de Manuel. Que el repostero no supo de nombres, está clarísimo al olvidar la “T”.
Los poetas a veces nos reunimos para confirmar que somos una palabra soñada o presentida. Confirmar si el tiempo que viene tiene cómplices que recogerán sin temor el testigo de nuestros sueños, dóciles como sopa de chocolate.

Un abrazo, Manuel (Tempero)