lunes, 19 de septiembre de 2011

Ciego

Que no vengan los ojos que los ojos no ven.
Que no venga la boca que la boca no ve.
Ni la noche, ni el día.
Que no vengan las manos que las manos no ven.
Que no vengan los cuerpos,
ni el paisaje, ni el mar, ni el mundo.
Que no venga nada, ni nadie.
No vengas con los ojos de ver a visitarme
que los ojos no ven,
aquí dentro sólo existe el objeto, frío, único,
y yo ciego.


Final


Soy un caballo que galopa
sobre arenas movedizas.
Sé que para no hundirme en ellas
he de aumentar mi velocidad,
y que cada minuto que pasa
estoy más cerca de la meta.



Bebo cerveza

Bebo cerveza en tu nombre
saltan cucarachas amarillas
del mundo azul del que vengo
bebo cerveza en nombre de la poesía y del blues
escucho en nombre tuyo y de mi soledad
la música negra de algún blanco
“Blue Fox” de John Mayall y su gente,
el violín de Sugarcane Harris
que me deja heladas las venas
lenta la sangre
ese estropajo en el estómago
zurciendo milagros
las agujas del hilo llevándome
a cárceles tristes
dóde el azul es siempre inalcanzable.


Bebo y vivo para encontrar motivos
que justifique esta cal quemando las ideas
estas calumnias este calor que hoy
(llevo un jersey rojo con camiseta debajo)
me dice no aguantes más esta situación
rompe algo
haz con tu sudor ese ruido
que confunda a las fieras
e incite a los amantes a buscar en mi piel
la caricia que nunca tuvieron.


Bebo cerveza en nombre de la noche
del blues y de ti
y tiemblo ante las ausencias.
Y Bebo.


Tomás Rivero, con un beso piercing
(ese imperdible que jamas yerra)
pendiente de la tetilla izquierda,
la del corazón.