sábado, 3 de septiembre de 2011

Secuencia seis


Una vida sencilla

Nosotros hacemos cosas sencillas, como salir de paseo
o tomar unas cervezas,
preparar un guiso de conejo, mirar una casa,
nosotros hacemos cosas fáciles que entiende la gran
mayoría,
porque siempre hay una pequeña mayoría
a la que para crearle un trauma o un problema
de ubicación,
para hacerla desaparecer en una palabra,
la suelan llamar y la llaman
minoría.
Pero nosotros hacemos cosas sencillas,
salimos a pasear
y nos hacemos guisos exquisitos:
unas lubinas a la espalda con eneldo
y pizca de estragón.
Congrio con almejas a la cazuela de barro.
Bacalao al pil-pil.

La cotidiana mancha azul de nuestras cejas

Tomo tu carne y me dejas recorrerla
todos tus itinerarios tienen algo noble
no encuentro defectos difíciles
no hay errores en el viaje
una luz cegadora y triunfal va cayendo
sobre el mar
las arenas del desierto
el hielo del norte
y las letras rotas y cúspides de estos poemas.

Te miro sin tocarte
mis ojos no te ven como debieran
y tecleo donde no hay huellas de tinta.
Salgo al balcón de la tarde y me gustaría
llorar mientras tú te pierdes.
Esta música que nos aleja y también nos separa.
La cotidiana mancha azul de nuestras cejas
mirándose
las manos tocándonos
como si fueran fuego.

El blues de las cero horas llega a las tantas. A miles de millones de kilometros, trae sólo tiempo. Belleza acumulada. Y un pellizco de temperatura entre el dedo índice y pulgar arrancado de algún cuerpo dispuesto al deshielo. Buenas noches mundo estúpido que no entiendes la belleza.