miércoles, 31 de agosto de 2011

Gato azul



















Intenté situar mis gestos en la geografía
y fue Públia generoso escenario
para señalizar con balizas la dirección de las olas
el sur de los labios,
fui poniendo en cada mota de polvo
las insignificantes huellas
que dejaban el peso de las palabras
e intenté pasar leve acaso no pasar
y todo era ya innecesario
porque tú como tantos otros
fuéronse ausentando de las calles
y las casas.

Autodidacta


Autodidacta siempre me pareció
esa terrible querencia de pesebre
ese cíngulo cincha apretada a un destino
escrito en las estrellas.
Volver a ese calor fijo y seguro.
A la autoridad que dicta tu no.
En una palabra ser autodidacta
es como la obligación que tiene uno de domeñar
la singular y eterna ignorancia propia
que de antemano uno sabe que le acompañará siempre.
Para volver.
Para ir a todas partes
con el lujo de no tener nada que ver
nada que demostrar.
Y nada que decir.

poema

Los paseantes tienen un perfume de junio en las miradas
se evaporan las gotas de agua
y dejan manchas blanquecinas
sobre las hojas o las flores que el rocío no supo tramitar.

Órdinas (22)

Otra noche más y tu cuerpo
hallado en la maleza
responderá a las larvas
en su iniciático viaje.


Que tú también deseas
ser insecto
y las crisálidas te juran
que contaron contigo.

Y la promesa de volar
hacia la luna llena
revitaliza tu sangre
con sombras de cometas.



DAVID EDWARDS



DAVID HONEBOY EDWARDS QUE HACÍA BLUES RURAL, MURIÓ EL LUNES 29, A LOS 96 AÑOS, EN CHICAGO. HABÍA NACIDO EN ESE LUGAR EN EL QUE "OBLIGABAN" A NACER A TODOS LOS BLUESMAN: EN EL MISSISSIPPI. ANOCHE PERDIÓ EL AVIÓN DE LAS 0:40 DEBIDO A ESE PEQUEÑO "INCIDENTE". NO SE LE TENDRÁ EN CUENTA LA PRÓXIMA VEZ. NO VALE ESCURRIR EL BULTO MURIÉNDOSE SIN MÁS NI MÁS.
HONEBOY, SIGUE TOCANDO BLUES. QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA. O NOVENTA Y SEIS.


El blues de las 00:40 ha perdido el avión. Pero tenemos un gran telonero.

Un poeta de otra tribu


Un poeta debe ser más útil
que ningún ciudadano de su tribu
-José Ángel Valente-


Al alba, cuando comienza el día,
amanece hermoso
un jueves crucial y sin sentido
que aparca en mí
y viene a darme
un golpe pequeño de paciencia,
al que yo añado
unas gotas de mi personal reserva
(lugar cerrado y protegido)
de oscuridad anónima y antigua
a la que me condena el hombre,
pues soy, amigo Valente,
un poeta de otra tribu.