domingo, 15 de mayo de 2011

Blogger



Desde hace unos días los blogs del mundo se vienen abajo. Aquellos que creían que tenían algo consistente y seguro para comunicar con otros corazones han comprendido que esto es efímero. Que el sistema se tambalea a la más mínima borrasca. Y que particularmente creo que nadie tiene el valor suficiente para empujarlo y ver cómo cae. Estamos cagados. El sistema nos amamanta y no tenemos alternativa a sus tetas.
Hice un comentario en mi blog “Folios Grapados”, (en el post “Regresa El Roto para dar soluciones”) a unas buenas amigas, Carmen y Lucia, que desapareció. A mí no me quedaron sus comentarios. Cada uno de nosotros hablaba de su relación personal con el tema de Paco Ibañez “Palabras para Julia” y su autor, José Luis Goytisolo. Así que hoy reproduzco el post en señal de desagravio. O de impotencia:
“Parece que un tema musical, en unos casos y un poema en otros, a distintas personas nos traen viejos recuerdos, incluso si esas personas pertenecen a una etapa generacional distinta.
Carmen, tu cuentas tu relación con esta canción. Y tú Lucia, cuentas la tuya. Yo contaré la mía que es totalmente anodina.

Estamos en el año 70. La música se escucha casi en la intimidad de las casas. El puto país es una mierda acojonada. Yo tuve conocimiento de Paco Ibáñez en el 66 aproximadamente, cuando grabó un EP y tuvo que huir de España, por cantar “Poderoso caballero es don dinero”.
Una tarde de invierno de ese año 70, yo estaba en casa de mi querido amigo y poeta, Juan Quintana. Leíamos poemas de Félix Grande, gran amigo de Juan, de su libro “Blanco Espirituals”, publicado en Mayo de 1967 por el Gobierno Revolucionario de Cuba, Casa de las Américas. Dicho de paso, tengo un ejemplar de la primera edición.
Pasamos a leer, bajo la voz emocionada de Juan, al poeta César Vallejo. Juan lloraba con los versos del peruano. Y entre poema y poema le daba un trago a una copa de coñac.
A la caída de la tarde, Juan anunció que tenía un vinilo doble recién llegado (poseía una de las mejores colecciones de jazz y blues) pero que en esta ocasión se trataba de un “perseguido”: El disco en directo de Paco Ibáñez en el Olimpia de Paris. Silencio sepulcral. Magia. Parábamos el tocadiscos para comentar lo que estábamos escuchando. Estábamos acojonados. Repetíamos algunas canciones. El volumen bajito. “Palabras para Julia” mereció algún comentario. Juan tenía los poemas de Goytisolo, sabía que no era una canción de amor. Era una canción a su hija. Comentamos cómo daba a engaño la forma, el tono en el que estaba escrito. El poema musicalizado por Paco no aclaraba nada, es más daba a entender lo contrario, que era un poema de amor a una mujer llamada Julia. Juan aclaró este equívoco.

Salto en el tiempo. Esta historia es menos anodina. 1976 (la memoria me patina) Yo vivía en Carabanchel Bajo y unos amigos en Carabanchel Alto. Estábamos en Aluche y decidimos irnos paseando, pegados a las tapias de la cárcel. Yo caminaba delante de mis amigos y amigas. Siempre he silbado bastante bien. Siempre me ha encantado silbar. De manera espontanea, o no, comencé a silbar “Palabras para Julia”. La cárcel estaba a oscuras, luces intermitentes aquí y allá. Los muros eran altos, pero hasta donde podíamos ver, las ventanas se empezaron a abrir y un coro de voces de presos, acoplándose o desafinadas, al unísono, mientras las ventanas se habrían aquí y allá, corearon “Palabras para Julia”. Hasta que alguien desde dentro de la cárcel gritó: “Silencio coño”. Y desde una garita nos espetaron: “Hagan el favor de dejar de silbar, joder”.
Fue uno de los momentos más hermosos de mi vida, durante la puñetera transición mal contada de este país.

Amiga Lucia, las últimas palabras de tu comentario dejan ciertos enigmas en el aire, ¿tú dirás?:
“A mí no me gusta escucharla, me recuerda lo que pasó. Los consejos que se dan carecen de sentido si no se siguen”.

Y decirte, amiga Carmen, que con esta “educación musical reciba” no puedo escuchar ninguna versión de “Palabras para Julia” si no es la de Paco Ibáñez. Cosas de la subjetividad.
Un beso para las dos. Y prometo no volver a recordar de manera tan extensa”.

Frutas

Sigue el proceso
de las granadas que maduran
y penden del muro, observa
el balanceo del ciprés,....
-Olvido García Valdés-

Sigue el proceso de las frutas
que penden de los árboles
alineadas con cierto albur ácrata
frutas furtivas alimentándose
de tu corazón en sombras.
Leyendo a través de su piel
los rayos solares escriben cuentos:
su zumo de luz agolpándose
en la carne húmeda y templada.

En veredas y caminos
sigue la ruta de frutos silvestres
su zarza de cobre enzarzándose
en otros arbustos próximos.

Mira la mano del que sabe guiarte.