sábado, 14 de mayo de 2011

Mosquito poeta

Mosquito muerto por sobredosis. Al picar el dedo del poeta se envenenó de versos.




















Para Lucia. (Mariza habla de su padre, como José Agustín Goytisolo habló de su hija en "Palabras para Julia")  

Paciente soledad

Desde la paciente soledad
de este universo en calma
aprendí a ser calmo,
a tener un ruido interno
a soñar sin mangas.
Conseguí una terca paciencia
durante gran parte de mi edad madura
pero ahora, cercana ya la vejez anciana,
comienza en mí un río, termina en mí también,
mas sus aguas no cubren lo suficiente
para que presa infranqueable
nadie me moleste. Debo soportar
de vez en cuando que impertinentes seres
pisoteen mis riveras,
y que pegadas al cuero de sus zapatos
se lleven briznas de mi carne,
ellos: los unos, los otros, los cualquiera.


La voz y la noche



Allá se ven iguales medusas
y acá anémonas iguales
mezcladas a la par se recombinan
y se hacen distintas,
forman nubes que a la vez son magmas
de una sombra espesa que obligada
por la luz, por la lluvia obligada,
por la voz oprimida, se hizo eco
repitiéndose en la niebla
y a solas en la niebla
la voz se hizo voz, la voz,
la incónsume,
la voz incombustible ardiendo,
la inacabada niebla
que arremete, entra y sale de tugurios
y de noches, de bares y de bocas de metros.
Y monocorde y errante
el hombre sediento
de algas y caimanes
se abraza a una sospecha,
besa a un jíbaro que vende iguanas,
se consuela disperso,
aplaude a una pareja de esqueletos
que bailan en la cálida noche
con brío de tristeza
a ritmo de cajones y tantanes.
Y después nada ni nadie
va a disponer por ellos qué manteles
qué vasos, qué sillas a su mesa
consumirán desnudos
mientras una pavesa
se posa en la ceniza de la mortecina noche
que ya es día.