sábado, 30 de abril de 2011

Amor VI



Para conjurar misterios,
cosas de lo oculto y de lo incierto,
breves presagios que moran en la lengua,
me miras con rígido y lánguido amargor.
Anida en nosotros, propagada, la certeza
de que mentimos al tocarnos,
de que nuestro temblor nace de una duda eterna.
De que tú y yo sólo somos dos.
Y de que así una y otra vez nos volveremos a amar
rodeados de ausencia.

Pero si aún no regresas del trópico amargo,
allí donde se unen carpetovetónicas laderas
y coinciden enormes labios de jugosa savia amarga.
Si aún no regresas con tu feroz dentadura
de pantera y arsénico,
seguiré ensartado por largas hirientes
y venenosas esperanzas,
seré un hilo de luz, un alma encendida
en cada piedra, en cada árbol;
seguiré comprendiendo a la roca
y a sus líquenes dulces y extraños.
Orgiástico, en una danza convulsa y hechicera
perpetuo, martirizado y vudú,
creyendo en tu regreso temblaré toda la noche
en un baile que sólo entienden las monas y las culebras,
bajo la danza oscura del jazz y el humo transparente
de mil bocas tediosas.






Amor V



Hoy baja la soledad
con un ruido de ambos,
contempla nuestros cuerpos
con mirada de espanto,
se mezcla entre el olvido
y abraza en la distancia
aquel recuerdo breve.