miércoles, 20 de octubre de 2010

Dígito

Huí de tu rostro dejé un aroma como un rastro
fui subiendo adentro de las cosas y de los otros
dejé un aire de mí en aquellas calles
que nos habían reconocido tantos días
cuando juntos parecíamos justos entrelazados
y nos miraban las palomas con su palabra muda
de pico romo
en aquel otoño habitado por hojas más que nunca.

Huí de tu rostro una sombra cualquiera
una tarde lluviosa
un otoño feliz
y recordé los libros
de infinitos poemas
y te besé despacio
para hacer memoria de cómo se besa
pues había olvidado que así se recuerda un verso
un nombre o un hombre
o un fracaso.

Diáspora

Tomé de tus trotes reuniendo cosas
algunas prendas
ibas diciéndome
sentía la peculiar pena
que los hombres sienten
me sacrifiqué en diques de agua
fui haciéndome paladar y boca de madera
miré a los otros que andaban ciegos
recorriendo la tierra y el cielo
y tomé tus manos
ensamblando ejes como dedos
fuime a pique
resido como un poso
en simas sordas
pero aún conservo la tímida
biografía de una hierba.