lunes, 11 de julio de 2022

Pléyade


Fue aquella manera de adaptarse a lo efímero

-relación social, cultura, amor, política,

obras hidráulicas o viajes por el cielo,

y también un paseo junto al río seco de la vida-

lo que hoy nos ha convertido en seres eventuales.

Aquella pléyade de sedientos que un día

cruzaron los viejos arenales

traían la piel impregnada de olorosas maderas,

pulsos perfumados,

un bosque repleto de recuerdos,

una asilvestrada felicidad.

Llegaron para salvarnos.

Demasiado tristes, o demasiados solos.

O demasiado tarde.

Año 2022. Repítanlo con letras:

dos mil veinte y dos,

y piensen si les duele el número

que no asumieron, o la frente

con la que no pensaron en su frontera de orín.

Vengan a por su remite.


miércoles, 8 de junio de 2022

Primavera fría

De dos en dos. A dos lenguas
y enredados de mejillas, lamo tu pelo
que huele a pájaro mojado bajo la lluvia.
De dos en dos. A dos brazos,
mimbre tensando mi avellana,
la dejo sobre el plato.
Rozo la piedra y con sus dientes
me abro la boca,
dos a dos. Como de la tuya,
y hueles a vuelo, y ya no estás.
Trago mi lengua, no hablo.
Lamo tu silencio,
y rompo la cáscara oscura del fruto seco.
He puesto primavera sobre la mesa,
sobre el mantel de comer los dos.
No hay nada hambriento sobre los platos,
sólo mi avellana abierta,
de dos en dos, sus dos mitades
como bultos insignificantes de la carne,
ruedan como fiel alimento sobre el cristal.
Mojas con saliva tu mitad,
a dos lenguas,
y en el fondo del plato dos lágrimas.
Notas a la contra
Estoy esperando que la parte blanda de mi alma coja callo, para poder decir: No te has enterado de la vida de los otros, ni mijita: Los marcos incomparables son reaccionarios. Las islas solitarias un defecto de las masas. Los paraísos, frutos de una discusión vegana entre una culebra llena de soberbia y una humilde y muda manzana. Las utopías una manera de echar balones fuera en un ejercicio irresponsable. Y las revoluciones se salvan porque son contradictorias: están sometidas a las pérdidas y también a las derrotas. Nos quedan las ilusiones, y estas son la mejor manera de domeñar el espíritu de los disconformes. Pero es primavera por fin en los manzanos y el paraíso también usa pesticidas para demostrar su inocencia. Cada vez aprecio más mis paseos silenciosos por el bosque. De la costumbre nace una caricia condicionada a ser blanda. Y de vez en cuando silbo irrespetuosamente a los pájaros de la vida.


sábado, 2 de abril de 2022

 Todos

Acabo de aplaudirle al mar. Y no había peces. Ni barcos. Ni siquiera varcos. Viento de poniente. Sol y velas de toldos amarrados a los cáncamos. Y luz. Y el vuelo de tres golondrinas que hacen verano de donde tan sólo hay tristeza de incipiente primavera. Y a una rosa en un tiesto mío. Y la línea perfecta del horizonte. De este orizonte del que faltamos todos.






lunes, 11 de octubre de 2021

 Miedo

Una huella en el vidrio
o una figura en la niebla.
A veces los cuerpos se tocan
con un miedo excesivo
a la oscuridad.



sábado, 5 de diciembre de 2020

Diario

Relojes de agua llamados clepsidras,

pantanos del hombre llamados fracasos,

el diluvio del vano que nunca regará

las huertas blancas de Babilonia.

Cae lenta la noche en una plaza muerta,

empezó desde la piel

y atravesará la luz de los huesos

donde el alma se prende y descansa.

Escribo, veo fotos, el libro es un árbol.

Amparado en la oscuridad soy sordo y fuerte,

el verso es agua

y sobre el papel navega el lápiz.

Y en los jardines mansos

y en el agua de rosas

penetran los dedos flácidos

en ellos cabe la lúbrica viscosidad del deseo.

Hoy que las madres llevan flores muertas

en la cintura, en los hombros,

y por las calles bajan con un grito

en la frente y una voz de sal en la boca,

mineral y oasis saben a madreselva

las trabajadoras.

viernes, 27 de noviembre de 2020

Era de esperar

                                 Sobre un poema de Aníbal Núñez


Sí, tras bambalinas de sombrío escenario

estampas varias, misterio de tramoya,

unas sillas vacías y luz cenital,

se ocultan dos mimos

que molturan semillas

rojas de adelfa blanca

en un molinillo de aspas azules,

mientras cubren sus cuerpos con batines

de seda y sangre.

Se transparenta la noche del actor,

su mano ejecutora, pero llega el día.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

La lectura es sal y el libro humo

Yo soy la inocente que mató a otros
y después enterró sus cuerpos en minas de sal
a golpe de pala almacené versos en estantes
y estantes de olvido. Subían hasta el cielo los estantes
y bajaban ardiendo los libros. Quedó con ello
conservado para siempre el dolor y la muerte.
También enterré en aquellos sacos de sal
a poetas y poetas la biblioteca entera de tantos
buscadores de versos: a Chantal Maillard a Platón
y los metales pesado de Marzal y sus cojones duros
al poeta de la levita y a la de las bragas de cristal
a traperos y albardas y así fue
como convoqué el verso y del fuego una llama
y del abrojo una vena: la sangre es muda.
Y todo fue humo. Y la sal lengua.
Ahora en pequeño formato tal vez en urnas
o copelas de cristal probetas creo
guardo las cenizas. Venid a por ellas cobardes.

Las escondo y sé qué escorias
dentro las manos sufren el contacto alacrán.
Brilla el filo azul y afilado en seda de una uña 
que sangra señalando el sur fálico y vaginal
donde se produjeron las incineraciones. No acudas.

Hay un relincho de caballo a yegua y un grito de loco a risa
de mudo a mazmorra y de letanía a principios
y todo el que en el mar penetra se vuelve azul
y unos días más tarde muere solo y olvidado
de algas y peces satisfecho.

Lo encontraron como ahogado pero era pertrecho
también apero y un poco de andrajo.

De "Poemas hélicos"

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Las primeras lluvias

Amanezco normalmente de un gris intenso*, casi quien a la par de otro, más o menos farraguas, después de la lluvia ha comenzado el aguacero. Si miras y ves llover. Con los ojos cerrados nunca llueve. La ropa húmeda, amollecida de tiempo. Somos nosotros, alfareros diáfanos los que damos forma al barro. Con estas premisas y estas persianas, tras ellas la noche, tras ella la barca de Caronte o el mar de Neptuno, tras ella el sueño. Pescador sin barca. Abreviado de aguas el ojo te mira. A estos enormes brazos que sostiene la noche le faltan estrellas. Son brazos muchos más fuertes que los del día. Yo regué hortensias con agua de lluvias. Era septiembre sin duda, y tal vez novias había en los neveros, ese temblor de los aguardientes, el áspero lamido de tu lengua junto al Miño. Mi garganta te evita, tu nombre me aleja de las ramas más altas. Muerdo tu hombro con hambre y te dejas. Mi padre era un héroe porque mojaba el pan en vinagre. Después se desnudaba y gemía ante el amor. Después del amor lloraba. Sigo sus pasos y ciego es el mensajero. Cuando atinas nunca aciertas. Las mujeres viejas son hermosas, llenas de vida o llenas de la vida. Una uva pasa dulce y deseada en el plato. Una uva pasa sobre el plato. Clítoris de luna. Sola y en tu boca. Hay un pavo real sobre la pared, pareidolia que sujeta tu vida. Pavonado de aires. Arena y cemento. Mortero para este ademán te citan desde las burlas y los burladeros. Algo tendrán que ver los cosos que te acosan. Mi alma. A este acantilado le falta vértigo. A este poema le faltan empujones. Si supieras que el toldo, el toldo que nos resguarece del otro, lo cosió una obrera en paro. Mi querida alma, cartón de nadie. A qué sol te refieres si sabes a tierra.

(*) Este verso es regalo de Mila Aleman

jueves, 17 de septiembre de 2020

Catedral

Amada, cada vez que subo por tu cuerpo,
entre los tejidos puros de tu alma
encuentro siempre un hilo blanco
del que tiro lentamente para tener
entre mis brazos tu cuerpo dolorido
tenso y triste, y con el que atas al mío
esta absurda ceremonia que ante ti represento
de hombre desatado, descosido o roto
contemplando tu cuerpo,
como una majestuosa catedral contempla
desde el silencio, el miedo a ser abandonada.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Nudos

No te acerques a los jardines a cortar flores

anemonas de trigo verde para la lengua

las copas de cristal fácilmente se rompen 

y entre tus dedos el vino se derrama

pétalos de vidrio y sangre.


Y si tienes miedo a lo que es velado

y huyes de la belleza que hay detrás

de los almendros prohibidos

no entres en las catedrales a buscar

las flores blancas y amargas de la ausencia.


De las casas vacías salen pájaros blancos.

También del fragor de los nudos.


miércoles, 12 de agosto de 2020

Ventanas

 ¿A qué hora se publica un poema

con garantías de Nobel en este manco mundo?

se preguntaba el ignaro poeta de la noche.

La playa se llena de un tropel de bañistas.

Los corazones de cada uno de ellos, también.

¿Asistimos a una orgía de febriles corazones?


Todos dependemos de una mirada,

del roce más o menos intencionado de un dedo

indicando las fechas mortales de los cuerpos.

Las cocinas del hambre se cierran a las doce

y después de ese hambre clausurada

nadie responderá a la gula febril de tanto miedo.


Esta tierra está llena de carne,

es una carne inocente y sola

desnudándose y abriéndose a cada instante

que sabe de un gusano primordial

y exigente. Se introduce en la boca

como una lengua se introduce en el sexo.

Abre tu ventana. Los armarios se cierran solos

como si dentro de ellos hubiera un espejo

de agua que empuja los deseos y las puertas

hasta las orillas y el azogue de los ríos.


Tras el espejo no existe nunca

una boca deseada que te haga compañía,

que musite: “Tú y yo, un solo y breve instante”.

Afuera está un hombre con los labios pintados,

su carmín es más exigente y preciso

que el estilete de todos los arcoíris

buscando la palabra, el arco y la herida.

Con las ingles marcadas de venas

sensuales, tensas y azules, te nombro:

"Soy el caudal que te lleva".


Un puño cerrado se oxigena sobre una almohada,

de su apretada soledad mana agua azul.

La lengua de los pájaros también tiene alas.

Las reses, las bestias, las acémilas,

duermen en camas de serrín y caoba,

son las cuadras sucias de la noche.

Hay un nácar perpetuo en cada forma,

lo lame un armiño de fuego

y con cada baba va dejando

una podredumbre de colmillos exangües.

domingo, 19 de julio de 2020

Arden

Arden los pétalos, las perdidas, las barbas azules y marrones de los abandonados, el maíz de los solitarios, arde el pelo de los atrevidos y la calva de los crucigramas, las cañas de los veladores y el árbol de los sin sombra. Arden los ojos cerrados en los pasillos romos del Metro, los poemas de Gamoneda y las semillas calientes de la lengua. No arde el mar de Gimferrer pero arden las arenas de Cernuda y los poemas de agua de Celan, arde la noche y el piso desde el que muere y agoniza un libro que no arde. El verso. No soporto el miedo. No soporto el agua sucia. Este país. Aquel que se cruza de brazos. Aquel. Arde el amor. Amo el fuego. Tu pie descalzo caminando por el mármol frío. Las claraboyas. Las mirillas alcahuetas de los besos. Hasta parece que te quiero. Hasta parece que ardes. Arden las ausencias. Y sigo siendo de carne a pesar del fuego. Mis manos. La mentira. Hay cuerpos caídos en las huertas, abrazados a cinturas de agua, a hilos sinuosos de agua que riegan los árboles sin fruto de la muerte. Arde mi pene como una vela encendida a los milagros. Aquel que me mira sin ver.

viernes, 17 de julio de 2020

Siete por siete

Anochece. Debajo de la piedra una familia de gusanos es feliz. La puerta guarda su carcoma y nadie levanta la voz. Un hilo de barro drena las costuras, invade las huertas. En los cristales dejo mi ojo, también mi esperanza. Miras en la niebla. A veces se multiplica el dolor. Otras se resta. Debajo de la barbilla oculto un reloj y si mastico no vendrán vencejos ni heridos ni vencidos, ni ala. Toda la historia ha sido escrita contra el vestigio, brizna de los trabajadores: su frente fue pisoteada. Su sal era estiércol. Me bajo en la próxima. Aún las olas creen en Dios, y llegan a las orillas de las playas cargadas de cántaros. Ah!, Anne Carson recibe un premio de la burguesía. Nos premian siempre ellos. Es bonito rebonito sentirse admirado y reconocido. La belleza se estrella contra el poder. Todo terreno es secarral y todo avión es ruido. Desde aquí hasta África todo esclavo busca su libertad. Mi mano te toca pero tú estás muerta. Mi mano te toca y eres abismo. Se abre tu piel. Se abre tu sexo. Te abrazo y alrededor de ti y de mi un millar de hormigas nos protegen: el ácido fórmico, el orégano, aquellos orgasmos bajo la falda, en una jaula el falo de los barrotes y el aire de las hendiduras. ¿Qué quieres? Si sabes algo cuéntaselo a los almendros. A los robles. Amo tu boca cuando come relojes. Si no sabes nada dímelo a mí. Yo que soy agua. Siete por siete suman diecinueve. Hoy.

Escucha

Tú escuchas lo que se dice en el despacho donde se reúne el enemigo y te ofendes, te escandalizas, se te desgarra la piel que usas para amar todos los días, y el alma de llorar que usas por la noche. Pero tú vives lo que se decide en esos despachos desde hace años, lo que te hacen a ti y lo que nos hacen a todos, y lo vives con cierta "naturalidad". Te levantas de la fosa cada día y acudes casi vivo al trajín de tu sangre. Lo hicieron tus padres y tus abuelos. Es un dolor acostumbrado. ¿Por qué conocer los detalles de lo que se dice en un despacho, a tus espaldas, para acabar contigo lentamente y de forma organizada, como así ha sido siempre el comportamiento del aparato del Estado y sus despachos, ¿te hace tan sensible? ¿De qué desgarro que no sabías te abres las vestiduras de la piel, las del alma? Conocer la trama donde oyes los detalles de cómo el Estado confabula contra ti, ¿te produce morbo? ¿Te sientes importante al oír cómo el enemigo da nombre a tu dolor, lo clasifica, y lo codifica y te hace cadáver? No hace falta constatar a través del audio, que tu oreja siempre supo escuchar. Lo sabes. Lo sabemos todo del enemigo, sin entrar en detalles. Tenemos dignidad sin necesidad de que ellos la pongan en duda. Por tanto una conversación conspiratoria contra la vida que llevas, no debería añadir nada a esta soledad de paria triste, incapaz de correr la cortina que muestra el rostro horrible de la fiera. Tu impotencia necesita el pulso templado de la vida, pues como dijo aquel que un día amó a Frida Kahlo, las revoluciones son momentos inspirados de la historia. Y si un día decides que no puedes más, cuenta conmigo y nos echamos al monte, en busca de otras tribus.

Emulando a Tarzán

Si compartes sofá con un tigre
cuantos sofás son necesarios
para entender la lenta agonía
de unas rosas rojas
en un jarrón metálico y formal
sobre mármol lunense
traído de unas canteras ilegales
cerca de Perales de Tajuña
a las doce de la mañana
cuando un sol radiante entra
por la ventana y al fondo del paisaje
se ven unas hermosas
y cristalinas cataratas.

Sostener la mirada al tigre
cuando este ponga
su descomunal zarpa
delante de su cara
y mantener el cuerpo recto
contra el respaldo del sofá
mientras el periplo de selva
de la fiera se desliza lento
a lo largo de su espalda
como una liana de raíces trenzadas
balanceándose en el fondo
brillante de los ojos del felino.

Y dos: Si usted es un buen observador
podrá comprobar que una gota de agua
nunca intentará traspasar el cristal
ya que según su código genético
esta acción invasora es considerada
una redundancia. Deslizarse por tanto
es la manera culta aprendida por ella
a lo largo de los siglos
para adaptarse a la caricia
que usted siempre confundió con el miedo.

Te quiero

Azules y grises van los olvidados. Otras son rojos si no se distraen, o van libres si el mar se hace amigo y la corriente verde de los ríos los arrastra. Mira cómo la deriva es parte del abordaje, pero también de la nobleza del poder irse a pique con la cabeza alta para acortar la soberbia de las profundidades. Su contundencia a veces te obliga amar para poder vivir. Las tablas de salvación siguen rutas o derrotas inventadas.

miércoles, 8 de abril de 2020

Nasciturus, el no encontrado

¿A dónde vas pétalo feliz?
Al final del vencido sendero
hay una capilla donde rezan
sólo los abatidos. Y en su amén
descansan sagrados perfumes
de otras flores acaecidas
en primaveras livianas y esenciales
que no fueron rendidas.

¿A dónde vas
de qué errar eres prisionero
ahora que la muerte
cinta de seda negra
se abraza a tu cintura
caída y mortal
como un réquiem pronunciado
por labios extranjeros?

viernes, 6 de marzo de 2020

Papelera

Ayer escribí un poema y lo tire a la papelera. Tengo pinta de alambre inmortal, tal vez soy óxido moviéndome estertor con las manos atadas por ese filferro que va cosiendo mi ánimo de poeta desbardado. Camino esposado a la costumbre. Fotógrafo de la noche, ánimo de culebra, me murmuran las viejas al oído siniestro de la escucha, comulgo con la miga de pan sembrada con esta mano de seda sedienta de rastrojos; pero nunca rezo, huyo de las penumbras y de las penitencias, odio sus haches y sus hachas. Ayer escribí un poema. Este silencio de los nísperos. O el ojo Nepal de las alturas. El papel dulce de las frutas, su envoltura de piel y su escritura, y el alambre triste de las papeleras como residuo de un ay! No tengo a nadie a quien comentar que esta pena sin fondo de papeles, forma parte del arte furtivo del poeta. Cuando me miro en el espejo a veces soy yo el desconocido. Pon con cuidado entre mis brazos tu carne macilenta, descosida, ajada y floja; y en tu quiebro de pérdidas carnales el tacto abandonado de mi mano, y una duda. Siempre una duda cuando la carne no nos llega al hueso principal de la pregunta.

Te amo

Con paciencia
o también con rabia noble
pulo la roca,
grabo con la yema de los dedos,
escarbo en la arena
de las rocas fáciles y blandas,
y que la vida incitó a sobreponerse
a la erosión antigua del poema.

Y ahora ando con una piedra
en cada mano apretando el puño
al paso de esas bestias
que amenazan la posibilidad
de que yo vuelva a tropezar
más de un millón de veces
en la misma roca.

Y ya no me queda sino que destrozar
mis uñas, mis carpos y mi frente
en los tantos errores que cometo
mientras miro amanecer,
tus ojos, el bosque,
y desde aquí hasta allí
midiendo la distancia
de la soledad del hombre
todo es piedra reducida
a un solo y único grano de arena:
nuestro universo:
aquel fuego del que provenimos
va quemando las palabras eternas.

Y concluyo reloj de arena y agua,
tiempo encarcelado en copas de vidrio
clepsidra y espera
hoy que me encuentro solo y tarde.
Y es así como sé amarte,
como puedo amarte.